Sumario
Hoy no se conoce ni el 5% de la información digital que una ciudad y sus ciudadanos generan. Si los ayuntamientos y gestores pudieran acceder al 95% restante, probablemente los atascos, la falta de aparcamiento, las colas ante el funcionario, el despilfarro de energía o la polución dejarían de ser problemas.
A nadie se le escapa que las ciudades se han convertido en una tortura. Las aglomeraciones, losatascos, las largas colas ante las ventanillas de las distintas administraciones, las dificultades para aparcar, el aire viciado por el humo de los coches o de las calefacciones, el excesivo ruido ambiente… Son muchas las pegas que se le pueden encontrar a vivir en las grandes ciudades. Además, no parece que para resolverlo vaya a haber una huída al campo. No está ocurriendo en los países avanzados, donde son minoría los románticos que vuelven a los pueblos, y, desde luego, no va pasar en los países emergentes, donde las urbes, a pesar de todo, siguen siendo sinónimo de una vida mejor y más confortable.
Los centros de pantallas para el seguimiento del tráfico en la ciudad, que trabajan con la información de las cámaras que ponen los ayuntamientos, solo son un primer paso para conseguir la movilidad inteligente.
Aunque las ciudades tienen muchos inconvenientes, todavía son el lugar que mejor colma económica y socialmente a los seres humanos. Por eso, más de la mitad de la humanidad (unos 3.500 millones de personas) vive hoy en un palmo de terreno que no va más allá del 1,5% del territorio del planeta. Además, Naciones Unidas prevé que en 2050 sea el 70% de la población la que haga vida en las urbes. Esa concentración da lugar a desequilibrios preocupantesporque las ciudades consumen hoy más de dos tercios de la energía mundial y generan el 80% de los gases de efecto invernadero. IBM calcula que el precio de los atascos en las grandes urbes equivale a entre un 1 y un 3% del PIB. En el caso de España hablaríamos de una cifra anual entre 10.000 y 30.000 millones de euros. Otro dato: las fugas de la red de aguas suele representar el 60% del suministro.
Puestas así las cosas, la cuestión que se plantean políticos, ingenieros, arquitectos y gestores en general de lo público es: ¿Cómo hacemos más «vivibles», eficientes y sostenibles los entornos urbanos? Sin duda, eso pasa por actuar con sensatez y también por gestionarlos mejor, y eso se consigue dotándolos de inteligencia.
Pero no todas las ciudades son iguales. Como dice Fernando Tomás, ingeniero de la empresaIdom, que está especializada en proyectos de smart city, hay que tener en cuenta que los problemas de las comunidades varían mucho de una parte del mundo a otra. «Mientras que en Europa el reto es mantener la competitividad y pujanza de las viejas ciudades, luchando contra el envejecimiento y el éxodo de la población a la periferia; en los países emergentes, la sostenibilidad y la seguridad son mucho más importantes, porque son urbes que crecen de forma explosiva».
Una vida mejor
¿Qué es exactamente una ciudad inteligente o smart city? El concepto apareció hace un par de décadas, pero es en los últimos años cuando empieza a despertar el interés de mucha gente más allá del ámbito científico y académico donde germinó. Fabricantes de tecnología, operadoras de telecomunicaciones, empresas de servicios de luz, agua o basura, o incluso bancos y redes sociales, están interesadas en este asunto porque creen que pueden hacer negocio, aunque todavía no saben muy bien cómo.
Una ciudad inteligente se puede definir como aquella que utiliza la información y los datos disponibles de su ayuntamiento, instituciones y empresas para mejorar la vida de los ciudadanos en ámbitos como la movilidad, la energía, los trámites con la Administración o los servicios de ocio y las transacciones financieras, entre otros. «La idea consiste en crear una plataforma homogénea capaz de unificar procesos, reducir costes y optimizar el consumo energético, y la clave para lograrla está en Internet y las redes IP», asegura María José Sobrini, directora de consultoría en Cisco, una compañía que tiene mucho que decir en el mundo de los edificios inteligentes. Por su parte, Elena Alfaro, experta en la materia y que trabaja en el Centro de Innovación y Tecnología del BBVA en Madrid, matiza y prefiere hablar de «ciudades conectadas o del futuro». «Lo contrario de una ciudad inteligente es una 'ciudad tonta', cosa que, hasta donde yo sé, no existe».
Sea cual sea la definición que escojamos, lo que está claro es que las nuevas tecnologías aplicadas a la gestión de una ciudad deben ayudar a los gestores a leer los datos en tiempo real (al cabo de unas horas o unos días esa información pierde todo su valor) para saber qué acciones tomar, y a los usuarios a acceder, vía Internet, a servicios que les hagan la vida más fácil.
La tecnología más palpable en los proyectos de ciudad del futuro son los sensores de todo tipo que miden aspectos como el tráfico, la climatología, la humedad de la tierra, el nivel de luz, la presencia de personas, el volumen de basura o residuos en los contenedores… Los datos que sobre la marcha aportan estos sensores inalámbricos pueden, como explica Irene Compte, directa adjunta de Urbiótica, una firma especializada en la implantación de esta tecnología, ayudar a saber a los conductores cuántas plazas de aparcamiento hay disponibles y dónde están, evitando que den vueltas y pierdan el tiempo buscándolas.
También pueden ayudar a saber al ayuntamiento de turno cuándo se debe vaciar una papelera o un contenedor de reciclaje de papel, o cuándo hay que regar un parque, lo que evita desplazamientos innecesarios, por un lado, y pérdidas de agua, por otro. Los sensores pueden ser la base de un despliegue de ciudad inteligente, pero hay más. Sobre ellos hay que desplegar líneas de comunicación (WiFi, cable, fibra óptica o 3G) para dar con la información; y, más arriba, sistemas de computación y programas que trabajen los millones de datos disponibles y los vuelquen sobre mapas, gracias a tecnologías de geolocalización, para que así puedan aportar conclusiones y ayuden a decidir al responsable que los tiene delante, que podrá crear incluso simulaciones.
Mucho más que sensores
En muchas ocasiones, incluso, no será necesario gastar el dinero en sensores, contadores inteligentes o cámaras de vigilancia equipadas con tecnología IP, a pesar de su versatilidad y su utilidad para todo tipo de tareas gracias a las posibilidades del protocolo IPv6 y el llamadoInternet de las cosas. Y es que el gran reto para los gestores y para los proveedores de servicios está en sacar partido a toda la información que los ciudadanos generan en su periplo diario y que ya está disponible de una forma o de otra.
«Hoy todo deja un rastro digital: el billete de metro o autobús que compramos, el punto de venta donde pagamos con la tarjeta o el móvil con el que llamamos o nos conectamos a Internet. Los datos de una empresa como Telefónica, que sabe en cada momento por dónde se mueven sus millones de usuarios, podrían servir para evitar atascos y determinar dónde se construyen nuevas carreteras. En nuestro caso, viendo cómo nuestros clientes usan sus tarjetas de créditopodemos tener una imagen al segundo de la vida económica de Madrid o de cualquier sitio», asegura Elena Alfaro, del Centro de Innovación del BBVA.
Con la información que generan las ciudades pasa como con la energía solar o con el hidrógeno: se encuentra en cantidades infinitas, pero no sabemos todavía cómo aprovecharla. Según The Economist, de todos los datos digitales disponibles en una comunidad, solo el 5% se usa en la actualidad. Algunos expertos rebajan incluso este porcentaje. Paralelamente, el otro gran reto está en combinar datos de diversas procedencias. «El gran avance llegará cuando tengamos disponibles datos, siempre anónimos, de, por ejemplo, la operadora, el banco, la eléctrica, el ayuntamiento o incluso las redes sociales, y podamos sacarles partido con aplicaciones que den servicios concretos a los ciudadanos», dice Alfaro.
Así, en los próximos años, el concepto hoy un tanto abstracto de smart city se materializará en aplicaciones y servicios on-line que aprovechando las posibilidades de la geolocalización y la realidad aumentada, usarán los datos liberados por las grandes empresas y las instituciones.
A modo de prueba, el BBVA combina sus datos de pago con tarjeta en Madrid (hasta 2,5 millones de transacciones cada mes recogidas en 40.000 puntos de venta) con la información disponible de redes como Flickr, Facebook o Foursquare, que nos avisa por dónde se mueven nuestros amigos y de los sitios que nos recomiendan gracias a un sistema de geolocalización. De esta manera, el banco, poniendo estos datos sobre un mapa, es capaz, por ejemplo, de saber pordónde se mueven los turistas (Flickr) o los estudiantes (Facebook), dónde compran y cuánto gastan por término medio. Irene Compte, de Urbiótica, propone el concepto de «sistema operativo urbano», compuesto por sensores, redes de comunicación y plataformas de gestión de los datos desde la Nube que soportarían aplicaciones verticales concretas.
El reto, el cruce de datos
Sin embargo, todavía queda mucho para que el cruce de datos sea verdaderamente provechoso. Por un lado, las compañías son reticentes a compartir su información porque no ven que puedan hacer negocio con ello. Por otro, la Administración, que es más proclive a hacerlo, se encuentra con que los datos están muy dispersos y es muy complejo poner en común las toneladas de gigas que generan a cada segundo sus muchos departamentos.
Un caso interesante de liberación de los datos es del Agencia Estatal de Meteorología (www.aemet.es), cuyas predicciones están disponibles para todo aquel que quiera añadirlas a un servicio a través de Internet o del móvil. Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona, a través del proyecto todavía en beta OpenDataBCN (http://w20.bcn.cat/opendata/) es uno de los más avanzados a la hora de poner a un mismo nivel la información de los ciudadanos residente en sus muchas dependencias. En Madrid, su consistorio también ha trabajado en la integración de los centros de control de la policía, los bomberos y el Samur. En todo caso, las iniciativas opendata están todavía en pañales.
Otro problema es que en muchos casos no se ve el retorno de la inversión a los proyectos de smart cities. «Madrid puso sensores en las papeleras que te dicen si están vacías o llenas sin tener que verlas una por una, pero cabe preguntarse si es una inversión rentable a corto plazo. Es algo que ahora, con el ajuste presupuestario, está en la mente de muchos políticos y gestores», dice Elena Alfaro, que adelanta que la solución puede estar en subcontratar estos servicios a firmas como FCC, Ferrovial o Acciona a través de contratos firmados a largo plazo. Sin embargo, Rafael Achaerandio, analista de IDC, consultora que acaba de sacar el estudio más pormenorizado hasta la fecha sobre smart cities en España, no tiene claro que vayan a ser las empresas las que aborden los proyectos, y sugiere que los mismos consistorios podrían configurarse como los integradores de toda esta tecnología.
Poder de seducción
A pesar de todos los escollos con los que hoy se encuentran los proyectos asociados a las ciudades inteligentes, no pueden olvidarse los beneficios que conllevan. Rafael Achaerandio asegura que el ahorro que tiene para una ciudad aplicar el cruce de datos puede llegar al 30% de sus gastos generales. Por su parte, María José Sobrini, de Cisco, calcula que una plataforma integrada basada en comunicaciones IP genera ahorros cercanos al 25% en los costes de explotación de los servicios existentes, y un 50% en los costes asociados a la puesta en marcha de los nuevos.
Además, Achaerandio dice que no hay que olvidar que estos avances, además de interesantes para el bolsillo, redundan en una mayor calidad de vida, que es lo que van buscando los ciudadanos, los políticos que los atienden y los emprendedores, y en general la gente con talento que hace que una ciudad florezca a largo plazo. Una ciudad bien gestionada es el mejor reclamo para lo que el profesor estadounidense Richard Florida ha llamado la clase creativa.
Javier Gil, director del área de Smart Cities en IBM, una de las compañías informáticas que más están haciendo en este campo, lo resume muy bien al considerar que el objetivo último de una ciudad inteligente es «proporcionar una mejor calidad de vida al ciudadano, un ecosistema adecuado para que sus profesionales puedan desarrollar su trabajo y una base sólida para que las empresas puedan desarrollar sus negocios».
Por eso, una ciudad que no se ponga las pilas en este aspecto está condenada a quedarse atrás y perder poder de seducción. Es algo que, por ahora, han entendido bien los gestores deAmsterdam, Estocolmo y Singapur.
Las urbes que muestran el camino
Según Irene Compte, de Urbiótica, a nivel mundial hay pocos proyectos que aborden eltratamiento de los datos en una ciudad de forma global. Por el momento, las actuaciones son parciales y están sirviendo para gestionar el tráfico, la energía, el movimiento de las personas, el agua o las comunicaciones. Siempre uno o dos ámbitos a lo sumo. «En muchas ciudades se hacen aproximaciones concretas, pero falta una visión global que lleve a analizar los datos desde todos los ángulos», recuerda Rafael Achaerandio, de IDC. Eso sí, como pasa con los edificios, cuanto más moderna es una ciudad, más fácil lo tiene para obtener en tiempo real la información y analizarla. En el mundo, éstos son algunos de los proyectos más descollantes:
Songdo, en Corea del Sur, es una ciudad que se construye desde cero y estará culminada previsiblemente en 2020. La imagen recrea el proyecto presentado por el estudio de arquitectos REX para la construcción de bloques de viviendas ecológicas.
Singapur
Es, sin duda, una de las avanzadillas mundiales. El proyecto Live Singapur tiene como objetivo facilitar a los ciudadanos datos del movimiento de gente, taxis, pasajeros en los aeropuertos, contenedores en el puerto, consumo de electricidad o condiciones meteorológicas. Todo un reto. Los 20.000 taxis de la urbe cuentan con sensores que reportan información en tiempo real del tráfico, mientras que los coches particulares se venden con un dispositivo que acepta las tarjetas prepago indispensables para circular por determinados sitios.
Ámsterdam
La capital holandesa mantiene un proyecto global que pretende reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Para ello, se están instalando contadores inteligentes en los hogares, dispositivos de visualización del consumo eléctrico, alumbrado inteligente o postes de recarga para coches eléctricos.
Malta
Alrededor de 250.000 contadores inteligentes controlarán el consumo de electricidad y agua en tiempo real, estableciendo tarifas variables y retribuyendo a aquellos consumidores que menos consuman. Además, miles de sensores ayudarán a gestionar la distribución de forma más eficiente y a prevenir averías. El proyecto lo desarrolla IBM.
Estocolmo
Cuenta con un sistema de peaje inteligente dotado de dispositivos de radiofrecuencia que evita que los coches paren cuando pasan por el control y que cargan una tasa cuyo precio varía en función de la hora del día. Además, sus 1.500 taxis recogen información en tiempo real que luego distribuyen al resto de conductores.
Songdo
Esta ciudad de Corea del Sur se está construyendo desde cero y cuando se culmine, previsiblemente en 2020, tendrá el tamaño de Boston. Cisco, que es su mayor proveedor de equipamiento tecnológico, está cableando y poniendo sensores prácticamente en cada centímetro de la urbe para controlar cualquier incidencia. El constructor tiene previsto repetir la experiencia con 20 nuevas ciudades en China e India.
Las ciudades españolas más avanzadas
1. Málaga
Según el primer ranking de IDC sobre smart cities en España, la ciudad andaluza es hoy la más inteligente del país. Allí, el ayuntamiento ha puesto el énfasis en la gestión de la energía. Málaga está implantando baterías en edificios que se recargan y permiten climatizarlos a posteriori. También está trabajando para popularizar los contadores inteligentes en hogares y empresas, y los postes de recarga para los vehículos eléctricos.
2. Barcelona
Su gran apuesta es el coche eléctrico. Aprovechando la fuerte implantación de la industria automovilística, la ciudad ha creado un proyecto de innovación en el que participan firmas como Endesa, Seat, Renault, Toyota o Altran, y responde al nombre de LIVE (siglas en catalán deLogística para la Implantación del Coche Eléctrico). En la actualidad, Barcelona tiene más de 230 puntos de recarga que se pueden consultar a través de http://w41.bcn.cat. Los propietarios de este tipo de vehículos tienen además reducciones en el impuesto de matriculación y estacionamiento gratuito en zonas reguladas.
3. Santander
Gracias a la iniciativa de la Universidad de Cantabria y la Menéndez y Pelayo, y con la ayuda de un programa de inversión europeo, Santander es hoy uno de los laboratorios mundiales en el área de sensores. En los próximos dos años, el proyecto SmartSantander, en el que participan operadoras, fabricantes de tecnología y universidades, permitirá el despliegue de 20.000 sensores por toda la ciudad que ayudarán a controlar la ocupación de las plazas de parking y el tráfico, gestionar los residuos y mejorar el transporte público.
4. Madrid
La capital trabaja sobre todo la movilidad inteligente y la administración electrónica. Madrid aspira a tener una red de 280 puntos de recarga de vehículos eléctricos a través delproyecto Movele. Además, Madrid tiene en marcha un programa de carsharing, donde los conductores pueden conducir un coche que pagan por minutos. Por otra parte, a través del móvil se puede obtener información en tiempo real de las rutas de autobús y la situación de cada vehículo. Además, Madrid ha integrado los servicios de emergencias (policía, bomberos y Samur), reduciendo un 25% los tiempos de respuesta.
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