Gratuidad no es sinónimo de calidad, pero tampoco de mediocridad. Internet pone a nuestra disposición miles de herramientas que podemos disfrutar sin desembolsar un solo euro. Y muchas de ellas merecen realmente la pena.
Richard Stallman siempre ha tenido razón. Al margen de las disquisiciones de carácter filosófico y político en las que se sumerge, aunque siempre motu propio, durante las conferencias que imparte a lo largo y ancho del planeta, el gurú defiende la necesaria existencia del software libre como imagen especular contraria al software privativo. A él le debemos la creación delproyecto GNU, la Fundación para el software libre y, también, de las licencias copyleft.
A mediados de 2004, durante una de sus giras por España, tuvimos la ocasión de charlar con él y dar forma a una reveladora entrevista que publicamos en el número de junio de PC Actual aquel año. Una de las afirmaciones que defendió en aquella conversación resume de forma contundente sus motivaciones: «Mereces software libre. Mereces la libertad de cambiar y compartir las aplicaciones, y es incorrecto tratar de detenerte».
Sin el esfuerzo de Stallman y los miles de profesionales de la programación que se han involucrado en el desarrollo de software libre con un absoluto desinterés económico, probablemente hoy en día la Red no aglutinaría tantas aplicaciones gratuitas de calidad. No obstante, aunque es evidente que existe una relación estrecha entre el software libre y el gratuito, se trata de dos conceptos diferentes que no debemos confundir.
El primero defiende la libertad de los usuarios para ejecutar, copiar, modificar y distribuir las aplicaciones, mientras que el segundo revela su disponibilidad sin contraprestación monetaria alguna. El software libre suele ser gratuito, pero no tiene que serlo necesariamente. Un programador puede tomar el código fuente de una herramienta disponible bajo el auspicio del software libre, modificarla y distribuirla comercialmente (aunque, eso sí, siempre que no haya sido protegido por una licencia copyleft).
De la misma forma, otro desarrollador puede escribir una utilidad y ponerla a disposición de la comunidad de forma gratuita, pero sin ceder su código fuente. Y ahora démosle una vuelta de tuerca más a este asunto: tampoco debemos confudir estas dos modalidades de publicación con el software de dominio público. Este último no está protegido por ninguna licencia asociada a un autor porque se considera que es patrimonio de todos, bien porque su responsable lo ha donado a la humanidad, bien debido a que los derechos de autor ya han expirado.
El éxito de Firefox es arrollador gracias a su excelente calidad. Además, se trata de software libre, por lo que cualquier usuario puede acceder a su código y ayudar a mejorarlo
Todo lo que necesitas está al alcance de tu mano
Este Especial se ampara, precisamente, en esos programas de indiscutible calidad que cualquier usuario puede encontrar en la Red. El problema al que nos hemos enfrentado y, precisamente, el que pretendemos ayudaros a evitar, consiste en cómo discernir cuáles merecen realmente la pena ante tal cantidad de software.
La selección que os ofrecemos aglutina muchas de las aplicaciones que los técnicos de nuestro Laboratorio utilizan con frecuencia, así como otras que hemos descubierto recientemente y que, en nuestra opinión, pueden ayudaros a sacar más partido a vuestro PC. Pero, lejos de limitarnos a ofreceros una descripción somera de cada una de ellas, hemos preferido elaborar nada menos que siete prácticos temáticos que responden a las categorías en las que hemos clasificado el software con el objetivo de que la selección no os resulte abrumadora.
Y, por supuesto, también porque un artículo de índole práctica suele resultar muy esclarecedor. Esperamos que os guste y, sobre todo, que os resulte útil.
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